viernes, 23 de diciembre de 2011

Posición del alma

Aparece el guía.
Vendaje, descubrimiento del tercer ojo.
Nacimiento del cuervo...reproducción.
Iniciación a la separación terrenal.

jueves, 13 de octubre de 2011

jueves, 11 de agosto de 2011

Los estigmas de Pitusa



1er estigma: auscencia omnipresente.
2do estigma: ella es para los demás, los demás no son para ella.
3er estigma: anularse o morir.




viernes, 8 de julio de 2011

Todos sus mounstros I


La luz encendida no la deja dormir...
se arranca los pelos uno a uno,
mientras se observa en un espejo
que no reconoce sus rasgos,
su cabello ha crecido y sus uñas no tienen fin.

Se come las ideas una a una,
su panza se hincha, se queja
mientras las vomita sin parar.

Siempre quiso tener coraje
ser luchadora incansable de batallas infinitas,
ahora las batallas se hacen inalcanzables
y su lucha infinita...

martes, 31 de mayo de 2011

Emigrando ando de inmigración hablando...


Emigrar: entrar en crisálida.
Inmigrar: metamorfosis constante.

De emigrar, probar.
De inmigrar, habituar.

Emigro...sueño.
Inmigro...despierto.

El emigrante siembra,
El inmigrante cuida el campo.

El emigrante es invitado,
El inmigrante interrogado.

El emigrante vuelve.
El inmigrante se devuelve.

Si emigro piezas sueltas me siento.
Si inmigro en rompecabezas me asiento.




miércoles, 20 de abril de 2011

Mikropoesía Vogona


“Quisiera acariciar tus tricomas pectinados con mis sentimientos infundibuliformes”

jueves, 7 de abril de 2011

La paloma coja


Desoladores son los días en los que la paloma coja observa el cielo,
Desgarrado su vientre
Desprendido su anhelo...

Devastadores son los rios que ahogan su arrullo,
Desaparecido su llanto
Desvelada su alma...

Decapitadores son los portadores de fe que le indican el camino,
Deshabitados sus mundos
Desahuciados sus hijos...

Desbocados sus ideales, la paloma cojea intentando levantar vuelo...

jueves, 31 de marzo de 2011

Pitusa en estado Palíndromo



A Pitusa le duele la cara, los dedos, la voz
Su respiración se fragmenta
Sus lágrimas se congelan.

Pitusa se toca, se araña y se arranca su ser,
Desesperada, ansiosa, escarba y escarba.

Cansada y asfixiada observa desde sus adentros
Una batalla entre su sentir y el pensamiento.


martes, 15 de marzo de 2011

El lado femenino de Palaniuk



Cuando era pequeña siempre nos dijeron que era malo tocarse “ahí”, pero a mí me parecía increíble que las cosas no fueran mencionadas por su nombre y más increíble aún que tocarse la vagina fuera malo, me parecía una barbaridad de los mil demonios, si era la cosa más placentera del mundo. Así comencé mas o menos a los 14 años, la mayor parte del tiempo me masturbaba sin parar, con cualquier imagen, la verdad es que me daba igual, todo me ponía caliente por el simple hecho de pensar en introducir algo en mi vagina o que mi clítoris creciera bombeando sangre. Mi madre no paraba de controlarme y espiarme. Cuando me pillaba tocándome o restregándome con alguna esquina del escritorio de su estudio, cogía un estropajo de metal de esos para quitar bien la grasa de la cocina y me  metía en la bañera haciendo que me lavara una y otra vez mi vagina. Las primeras veces me dolía, después me acostumbré hasta el punto de no sentir nada, finalmente lo único que logró con sus estrictos métodos fue volverme  más adicta a lo prohibido. Me gustaba hacer cosas para que luego me reprendieran y ver sus ojos mojados de impotencia. Una mañana desperté con la sensación de tener dos personas dentro mío, algo me inquietaba, mis fantasías eran cada vez más recurrentes, tanto que no me importaba el lugar y comenzaba a excitarme que la gente me viera, que se escandalizaran. Sólo pensaba en sus ridículos cabellos llenos de represiones y en sus corazones a punto de estallar como vellos púbicos enterrados. Ese día en el jardín de mi casa, masturbándome en la piscina, algo en el fondo llamó mi atención, normalmente yo me concentraba mucho, podía tener  a todos los vecinos observándome con sus ojos muertos hasta que me corría, pero ese día me percaté de una luz intermitente que provenía del orificio por dónde se vaciaba la piscina y parpadeaba sin parar cada vez que mi vagina se contraía. Yo cerraba los ojos introduciendo el consolador una y otra vez intentando excitarme, pero la luz me desconcentraba al punto que me hacia parar y volver a empezar. Tomé una gran bocanada de aire, me sumergí hasta llegar al agujero, y justo al estar frente a él la luz intermitente desapareció. Esperé hasta que el aire se me acabó, al darme la vuelta para salir a la superficie algo rozó mis pies y mi instinto pataleó, hasta sacar mi cabeza del agua para abrir la boca y tomar una inmensa bocanada de aire. Me sumergí de nuevo y al abrir los ojos dentro del agua, las encontré, cientos de pequeñas pollas que se acercaban a mi y al adherirse a mi piel chupaban mi sangre como sanguijuelas. Mi cabeza salió y entro del agua tantas veces. Tomando aire, tragando agua, tragando aire, tomando agua. Y yo pensaba que mi vida había sido placentera después de tantos orgasmos y que mi muerte sería placentera siendo castigada por cientos de pollas vampiras. Un grito y una mano tirando de mis cabellos me sacaron del agua. ¡Joder! había estado a punto de correrme como nunca y mi madre me había estado espiando para sacarme del agua justo en ese momento, las risas de mis vecinos estallaban en mi cabeza, de repente me encontraba siendo la atracción de una caravana de seres mitológicos burlándose grotescamente, golpeándome llenos de rabia. Mi ultimo recuerdo es un hombre fornido abriéndome las piernas. Desde entonces las pollas vampiras no vuelven,  mi madre no me espía, la bañera no es divertida y han quitado la piscina.

viernes, 4 de febrero de 2011

Al mover el dedo...

Eres como esa pequeña parte del cuerpo a la que al llevar siempre conmigo, olvido de vez en cuando...

En mi pequeño universo, una labor cotidiana implica el movimiento de aquel órgano que parecía ser efímero y que ahora se ha vuelto indispensable.
Al mover mi dedo recuerdo que siempre has estado ahí.

lunes, 31 de enero de 2011

Días de lluvia

La mano...
La mano con el hueso...
tendones sin movimiento.
La lluvia...
La lluvia con el cielo...
Llueve por dentro, desde la mano.

sábado, 22 de enero de 2011

La costra iluminada


Pitusa la ve aparecer.
Esa costra pequeñita que emana tanta luz.
Pitusa no la quiere ver, no la quiere tener.
Pero la costra brilla por sí misma, es bella, mística.
La costra acecha algo que Pitusa ama.
Al hacerlo, se despierta su parte más animal.
Inteligencia rudimentaria con afán de supervivencia.
Pitusa debe aprender a vivir con ella.
Transformarla, convertirla en mantra.

viernes, 21 de enero de 2011

Pitusa en construcción


Sus uñas resbalan, rasgan.
Las paredes de yeso no terminan.
Pitusa ya no tiene dedos.
Los huesos se convierten en callos, duros y dolorosos.
Pitusa  no se quiere aferrar.
Dentro hay una transformación.
Seda transparente que cubre su cuerpo.
Pitusa oruga.
Pitusa capullo.
Pitusa fruto.
Fruto con alas, desprendiéndose del árbol.

jueves, 13 de enero de 2011

Raúl y su vestido de tul



Su nombre era Raúl y siempre vestía de tul. No se sabía si era niño o niña. Él tenía  un pene, pero siempre veía  una vagina.
Hermético y misterioso constantemente  andaba contando chupa chups en los kioskos de la rambla. No tenía  amigos y su familia prefería  ignorar antes que enfrentar a una sociedad sumergida en la debilidad de los prejuicios.

A él esto le daba completamente igual, su mundo no tenía  nada que pedir, a él no le faltaba nada que pudiera desear. En su complejo universo existían las nubes con formas de galletas de animalitos que integraban el zoológico más grande que nadie hubiera podido imaginar. Lo formaban también un innumerable catálogo de sonidos llenos de singularidad y entonces Raúl formaba mundos y dentro de estos mundos melodías y dentro de estas melodías  historias y dentro de estas  historias animalitos con forma de galletas que habitaban en su vestido de tul.

miércoles, 12 de enero de 2011

La mirada fragmentada.


 Me levanté  por la mañana  tallándome los ojos y  rascando mis lagañas como en un movimiento automático inundado de hábitos. Estiré mis piernas y brazos con un alivio muscular que me provocó un calambre en la pantorrilla derecha, joder.
Me dirigí a la ducha, rápidamente me lavé. Como siempre un poco tarde, con el tiempo como una culpa. Al final un chorrito de agua fría  me devolvió.
“Hoy será un buen día ” mi anestésico de cada día,  auto recetado.
Caminé hacía  el trabajo escuchando una canción de “ The New Raemon”, y esto no tiene puta gracia cantaba.
Al llegar, sumergida en pensamientos, comencé  como de costumbre…platos, comandas, bebidas… “disculpe me puede traer…” “quisiera un…” “me puede traer la cuenta”.
Las palabras se esfumaban como ecos sin punto de resonancia,  y  de repente algo clavó mi vista justo ahí.  Un enorme ojo con pies y manos parecía  observarlo todo a su alrededor. Rojo y brilloso, caminó hacia mi con un séquito de pequeños ojos con patitas que saltaban de una mesa a otra. Absolutamente nadie parecía  percatarse de su presencia. El mundo rodaba con normalidad mientras la gente seguía  actuando con formalidad.
Se detuvo  justo a unos pocos centímetros de mi,  mi nariz inhalaba y exhalaba y el delgado aire de mis poros nasales parecía  molestarle porque parpadeaba sin parar al compás de mi respiración.
Decidí guardar el secreto, como decía mi abuela: "la discreción se anticipa al peligro".
 
Terminé la jornada de trabajo exhausta, toda esa energía que te chupa la gente, todas esas sonrisas y escaleras que te dejan cansado y vacío.
El ojo me seguía,  él y su pequeño ejército. Me senté a descansar mis piernas, mi cabeza, una cerveza helada y un cigarro me permitieron por un momento olvidarme del lugar donde me encontraba.
Me despedí  rápidamente de todos, siempre había  planes después del trabajo y si no los inventábamos. Esta vez  no quería , no podía  convivir  ni socializar.
Y la duda que es la gran madre de todas las enseñanzas me hizo abrir la puerta y salir de aquel lugar donde creía  se quedaría  mi alucinación o lo que sea que fuera aquél gran observador.

Mis pasos sobre la acera y al unísono cada uno de sus ojitos escolta que se separaban de él eligiendo victimas nocturnas que caminaban como yo, hacía  algún lugar.
El mío se quedó conmigo, con “mi” nota musical con “me” siento fatal.
¡Basta! Le reclamé, pero él me miraba fijamente con su único y gran ojo cristalino.

Cuando me di cuenta, mis pies, mis rodillas y mi cuerpo flotaban en un mar inmenso y el agua no paraba de brotar de su enorme lagrimal.
Y vi  un  espejo en el cielo en el que mi reflejo se multiplicaba y me vi  en su mirada exhausta y cansada que me ahogaba. En un instante su parpadeo se volvió paulatino, 1,2, 1..2, 1…2…

Para cuando agotado, se cerró dejando caer una última gota, una mano me tomó sacándome de aquél océano y por fin pude observar desde el cielo mi reflejo que se multiplicaba en la superficie y me ví en mi propia mirada libre, mía…y  recordé el lugar de donde provenía,  “pertenecer” pensaba mientras mis ojos se fragmentaban en un pequeño ejército con patas.