jueves, 2 de diciembre de 2010

El unicornio


Si nos pusiéramos a pensar en cada cosa que hacemos desde que damos el primer parpadeo matutino nuestra vida sería como un juego con estrategia infinita. El sabor de las cosas no está en lo que podamos sentir al hacerlas si no en el camino que nos lleva a ellas.
Acostumbrada a la rutina y los hábitos de una niña me desperté un día con un pequeño cuerno brillante en la frente. Primero me pinché los dedos al tocar mi cara, después me pinché bien adentro con una catástrofe emocional al ver mi rostro en el espejo. Aquello no tenía razón de ser, cada día hacia las mismas cosas y no había nada que pudiera haber provocado el crecimiento de aquél símbolo unicorniano. Al tocarlo su color cambió y un olor a jazmín invadió mi habitación. Mi madre tocó a mi puerta y por alguna extraña razón el cuerno se escondió sin dejar marcas en mi frente. Desayuné y salí de casa apresuradamente. Me dirigí hacía un lugar del cual me había hablado ya varias veces, una especie de campo alejado de la ciudad con grandes rocas misteriosas y que según decían manejaba una extraña energía. Al bajarme del auto mi cuerno reapareció dejando caer una enredadera llena de jazmines que me rodeo el cuerpo con suavidad. Camine lentamente para adentrarme en el desconocido terreno y comencé a escalar una de las rocas. Mis manos temblaban de miedo, la inseguridad me hacía resbalar cada dos por tres. Exhausta de escalar, suspire y suspire tanto que me provocó un fuerte vértigo. Una mano húmeda me jaló hasta la cima de la roca. Yo no quise ver nada, no quise sentir nada y no quise pensar en nada. Cuando reaccioné una anciana me observaba y reía, reía tanto que me contagió su risa y reí. Un silencio invadió el campo y la anciana ya no reía, nos miramos y ella se acerco y tocando mi cuerno me habló  con sus palabras bien acertadas: yo soy tu y tu eres yo, no hay nada que temer, ahora estas con el ser. Sus palabras me rodearon inundando mi cabeza de preguntas y mi cuerno creció tanto que me era imposible llevarlo, así que lo cogí fuertemente y me lo arranque de golpe. Mi piel envejeció rápidamente como si me hubiera metido en una máquina del tiempo, mis cabellos crecieron junto con mis uñas, mi piel se arrugo vertiginosamente y mi conciencia despertó. Después de unas horas reí y ella estaba ahí con  su juventud radiante y  un cuerno en la frente riendo también, entonces el silencio invadió el campo y le hablé con mis acertadas palabras diciendo yo soy tu y tu eres yo,  no hay nada que temer, ahora estas con el ser.

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