Pitusa se levanta por la mañana con los pensamientos enredados.
Largas caminatas de pasos firmes, de reflexivos parpadeos.
Termina el día con las ideas necias y varios huecos.
Vuelve a casa, se mira en el espejo.
Pitusa se siente pequeña pero el espejo no le alcanza a reproducir la figura.
Pitusa llora y crece, frente suyo el espejo de tan pequeño casi desaparece.
Asombrada se mide de pies a cabeza y se dice:
¿Qué te ha pasado Pitusa que ya no eres la de antes?
Pitusa responde mientras intenta meterse en su nuevo traje:
Es que antes escuchaba una sola voz, ahora escucho dos.
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