viernes, 24 de diciembre de 2010

A propósito de H.


 Sus delirios le desgarraron el alma y la piel dejando un grande e infinito hueco negro…tan negro que daba miedo verlo.
Deseaba con todas sus fuerzas poder hacerle ver  la simpleza de la humildad.
Esa serenidad que él creía era utópica.
Ella imaginaba poner sus manos justo arriba de su ombligo y sacar aquellos demonios que lo atormentaban, colgarlos por los cuernos para después degollarlos  dejando la sangre expandirse hasta secarse…hasta convertirse en tierra, tierra nueva y fértil.
Las lágrimas no cesaron.
Se le hincharon lo ojos convirtiéndose en sequía.
 La herida estaba hecha desde los inicios, aumentada  en los indicios.

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